miércoles, 3 de septiembre de 2008

kamikazes

Tokio blues (Norwegian wood)

Haruki Murakami

Traducción de Lourdes Porta

Tusquets - Best-seller internacional

Barcelona

2005







Otra novela urbana de sexo, drogas y rock and roll. Inadaptados que se suicidan e inadaptados que sobreviven a los monstruos de esos suicidios. Reflejo de una sociedad occidentalizada con ojos rasgados y melena a lo Beatles, tal vez la incapacidad para comunicar los sentimientos es el rasgo más japonés de estos personajes que no acabé por entender qué era lo buscaban. Watanabe se mueve entre sus obligaciones morales y sus pasiones, atrapado más por lo primero, intenta ayudar a Naoko a salir del pozo en el que ha caído después de la muerte de Kizuki. Midori, la hedonista, intenta superar la pérdida familiar que le aconteció antes de la muerte de sus padres, no se sintió nunca una niña querida, por eso huye de las obligaciones que tenían sus progenitores. Es mi personaje favorito de esta novela, entre ingenua y sincera, me parece la más auténtica de todas.


Watanabe cuenta en esta novela sus experiencias sexuales con todas las mujeres que aparecen en ella, de ahí podríamos concluir que lo que realmente nos quiere contar Murakami, es la necesidad del contacto corporal en una sociedad donde la distancia física está milimetrada, el caso es que sigo sin entender entonces, cuál es el motivo que ha hecho de esta novela un clásico en Europa. Esta capacidad de desprender amor para los semejantes con los que tienes afinidad se desvela como el aspecto más interesante del libro, que por otro lado no me ha parecido más que un compendio de tópicos típicos de la novela urbana actual. No hay relación de esta novela con la picaresca ni con la novela colectiva, tenemos a un individuo que deambula por Tokio sin encontrar el motivo de su desazón, y parece no importarle porque no necesita motivos para respirar, no plantea una crisis espiritual, incluso parece carecer de personalidad, se deja llevar e imita a alguno de sus amigos, llega a reconocer que su rutina de higiene hogareña se la debe a Tropa de Asalto, porque esa es la única característica que posee del pícaro, su capacidad para camuflarse y pasar desapercibido, tan desapercibido que a lo largo de la misma no hace sino desdibujarse. Tampoco entiendo el in media res con el que empieza, o tal vez es un flash-back, aunque no existe una relación de acontecimientos que hayan promovido la rememoración de su pasado universitario, si bien el pretexto es un paísaje lluvioso que recuerda el día en el que comenzó todo, la muerte de Kizuki y la canción de los Beatles favorita de Naoko. Se derrite este sol naciente en el que creí iba a encontrar similitudes sensoriales e intelectuales como las que hallé al leer Ranma 1/2, el pobre muchacho que se convertía en mujer si se mojaba, o cuando vi Ninjas Scrolls cuya poesía cambió mi idea del nuevo Japón.

Magnolia Medina
Asisten: Maive, Ana Elba, Covadonga, Mª José, Alberto, Pilar, José Antonio y yo.


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