Para el viernes 13 de mayo, en la tasca restaurante Maquila, en La Laguna, tendrá lugar la tertulia del libro propuesto por mí: Corazón de perro de Mijaíl Bulgákov. Ya sé que no es la primera vez que hablamos de animales, ya, pero era la única alternativa a El maestro y Margarita, la obra cumbre de este autor. En el siguiente enlace pueden descargarse el relato, este sí es breve. Por favor, apuntarse lo antes posible para confirmar al restaurante el número de asistentes. ¡Abstenerse supersticiosos!
miércoles, 20 de abril de 2011
Sáname
Una palabra tuya
Elvira Lindo
Seix Barral
Barcelona
2008
Elvira Lindo
Seix Barral
Barcelona
2008
¿Quién quiere estar enfermo? Hay algunas teorías que dicen que la enfermedad es consustancial al hombre, es decir, que ya venimos al mundo con alguna de las numerosas enfermedades que nos rodean, por lo tanto estar vivo es estar enfermo. El hombre es un ser enfermo que respira para curarse y, como dice la Biblia, “una palabra tuya bastará para sanarme”. El poder curativo de las palabras es fortísimo, también el poder dañino de las mismas, de hecho si midiéramos la repercusión de unas y otras, a lo mejor, dejaríamos de hablar. Sin embargo, lo experimenta la propia Rosario cuando van en el coche hacia el pueblo donde enterrarán al “gatito”, hablar, expulsar los pensamientos que te atormentan es la base de todas las psicoterapias que pueblan el mundo. Cuando dejas de tenerle miedo a las palabras que resumen tu vida, cuando hablas de lo que te ocurre y atormenta, generalmente, sentimos un alivio parecido al de quitarte unos zapatos que te hacen daño.
La autora, que maneja con maestría el diálogo y su ritmo, nos adentra a través del monólogo interior de la protagonista en su vida cotidiana y en la de los que la rodean. Me queda una duda, ¿a quién se dirige Rosario cuando dice “Escuchadme”, “os hablo de esta misma mañana” en el capítulo trece?
Rosario se siente maltratada por la vida, nada de lo que tienen le gusta porque se cree superior a todo ello. Su mal comienza al creer que su padre tenía un afecto especial hacia ella y termina cuando descubre que no era más que otra pieza que utilizó cuando le hizo falta, sin más. Todos queremos ser importantes, por lo menos para los que nos han dado la vida, ya lo dice Nacho Vegas en su canción el último anhelo: “… hay un deseo que todos tenemos, sentirnos amados y amar …”, el problema es que hay personas que venden muy caro sus sentimientos, no están dispuestas a querer a cualquiera pero no entienden que cualquiera no esté dispuesto a quererlas. Eso creo que le pasa a Rosario, sin embargo a Milagros le ocurre lo contrario, que está dispuesta a querer a cualquiera y en este caso tampoco cualquiera está dispuesto a quererla. Esto último es mil veces más cruel.
Sabe Elvira Lindo retratar muy bien los ambientes, desde los pequeños (casas, vestuarios, bares) hasta los grandes (ciudades, familias, pueblos), sin directamente nombrarlos, los va modelando poco a poco, con detalles tales como la lejanía de la casa del Morsa y su dependencia, todavía, de la madre para que le lave la ropa. Detalles, pequeños detalles que terminan configurando el puzzle de unas ciudades descarnadas donde las frustraciones no tienen sombra cuando pasean por las aceras, donde se pierden los trenes que no vuelven a pasar, donde te adaptas o mueres, o como ella misma ya escribió, la ley de la selva lo domina todo.
¿Quién quiere estar vivo si estás enfermo con el virus de la invisibilidad? ¿Hay algo más dañino que no ser nada? ¿Soy o estoy? Estar sin ser, ser sin estar…mirar sin ver, no ver que estás…No hay nada más triste, nada.
Magnolia Medina Sánchez
La autora, que maneja con maestría el diálogo y su ritmo, nos adentra a través del monólogo interior de la protagonista en su vida cotidiana y en la de los que la rodean. Me queda una duda, ¿a quién se dirige Rosario cuando dice “Escuchadme”, “os hablo de esta misma mañana” en el capítulo trece?
Rosario se siente maltratada por la vida, nada de lo que tienen le gusta porque se cree superior a todo ello. Su mal comienza al creer que su padre tenía un afecto especial hacia ella y termina cuando descubre que no era más que otra pieza que utilizó cuando le hizo falta, sin más. Todos queremos ser importantes, por lo menos para los que nos han dado la vida, ya lo dice Nacho Vegas en su canción el último anhelo: “… hay un deseo que todos tenemos, sentirnos amados y amar …”, el problema es que hay personas que venden muy caro sus sentimientos, no están dispuestas a querer a cualquiera pero no entienden que cualquiera no esté dispuesto a quererlas. Eso creo que le pasa a Rosario, sin embargo a Milagros le ocurre lo contrario, que está dispuesta a querer a cualquiera y en este caso tampoco cualquiera está dispuesto a quererla. Esto último es mil veces más cruel.
Sabe Elvira Lindo retratar muy bien los ambientes, desde los pequeños (casas, vestuarios, bares) hasta los grandes (ciudades, familias, pueblos), sin directamente nombrarlos, los va modelando poco a poco, con detalles tales como la lejanía de la casa del Morsa y su dependencia, todavía, de la madre para que le lave la ropa. Detalles, pequeños detalles que terminan configurando el puzzle de unas ciudades descarnadas donde las frustraciones no tienen sombra cuando pasean por las aceras, donde se pierden los trenes que no vuelven a pasar, donde te adaptas o mueres, o como ella misma ya escribió, la ley de la selva lo domina todo.
¿Quién quiere estar vivo si estás enfermo con el virus de la invisibilidad? ¿Hay algo más dañino que no ser nada? ¿Soy o estoy? Estar sin ser, ser sin estar…mirar sin ver, no ver que estás…No hay nada más triste, nada.
Magnolia Medina Sánchez
Asisten: Yolanda, Maive, Ana Elba, Alberto, Domingo, Covadonga, Rosi, Nieves, Mª José y yo.
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