viernes, 28 de diciembre de 2012

ARTE

Yasmina Reza

Anagrama

Barcelona

2009



Cultivar la amistad es un arte, abstracto,  difícil  de entender en muchas ocasiones; en otras es un simple paisaje: kitsch, superficial, costumbrista...hay para todos los gustos. Los seres humanos estamos obsesionados con la exclusividad, con tener amigos con los que poder hablar de cosas que nunca contaríamos a otros  protegidos por el manto de la confidencia y la fidelidad. Hay gente que tiene muchos amigos, tantos que no les queda tiempo para sí mismos; otros que los tienen para contarles sus triunfos; otros para tener un psicoanalista gratis, o para sentirse menos solo. Todas son razones aceptables, ya que los mecanismos que nos llevan a establecer  vínculos de cordialidad son tan dispares y extraños que están fuera de toda lógica: por ejemplo la amistad que mantenemos con los amigos de la infancia aunque ya nos nos une ningún interés común, mantenemos la relación por pura nostalgia, ¡por los viejos tiempos! Yo he llegado a compartir simpatías con personas a las que me unía haber llegado juntas a un mismo lugar, juntas y por primera vez. También con otras que me han sonreído o yo les he sonreído a pesar de no tener nada en común, o con las que he compartido alguna penalidad o corta experiencia en el tiempo. 
Aunque la cualidad que más se desarrolla a través de la amistad, desde mi punto de vista, es la tolerancia, creo que yo no sería nunca amiga de un violador, un asesino o incluso de alguien muy autoritario; sin embargo podría llegar a ser amiga de un votante del PP, de momento y si la historia no los convierte en algo todavía más abominable. Lo fundamental para la amistad es la ósmosis espontánea que equilibra las exigencias y las donaciones. Al final son todos mecanismos inexplicables que generan dependencias saludables que nos ayudan a espantar la soledad.

Magnolia Medina
Sábado 15 de Diciembre de 2012
Restaurante Ambrosía-Santa Cruz de Tenerife
Asisten: Mª José, Maive, Domingo, Yolanda, Covadonga, Esther, Nieves, Rosi, Alberto y yo. 

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