viernes, 7 de septiembre de 2007

Sexo y comunismo



Las Asambleístas
Aristófanes
Alianza
Madrid
2005

¿Es la posesión una de las exquisitas formas de animalidad? ¿Existe un sexo superior, con capacidad para vislumbrar la felicidad? ¿Se puede alcanzar el Estado perfecto?
El reparto equitativo que se propone en la obra, por supuesto quedan fuera los esclavos, intenta terminar con las injusticias sociales por un lado (riquezas), y por otro con las injusticias naturales (belleza), provocando a su vez otro tipo de iniquidades que obliga a los más agraciados a realizar actos en contra de su voluntad. Presenta las desigualdades como algo inherente a la condición humana, motivo por el que cualquier acción en pos de solventarlas caerá en saco roto, entre otras cosas, porque la utopía existe para no alcanzarla nunca, ya que si eso ocurriera, desaparecería.
Hablan, la mayor parte de las biografías de Aristófanes, de un hombre conservador tanto en lo teatral como en lo personal. Ciertamente no podemos afirmar que en sus comedias los recursos escénicos sean importantes, de hecho me atrevería a decir que en Las Asambleístas el desarrollo argumental flaquea, pues el espectador –lector espera un desencadenante de la trama más ligado a los hechos presentados inicialmente, así vemos como, a partir de ese momento, va engarzando escenas y diálogos muy complacientes con el público del momento, y parece más interesado en sacar la carcajada fácil que la reflexión social. La obra se inaugura con el deseo de las mujeres de transgredir un espacio masculino, dar un golpe de estado femenino (¡muy carnavalesco, eso sí!) para intentar transformar el gobierno de la ciudad, así queda reflejado en el discurso de Praxágoras, que no arremete contra los hombres, sino contra los malos gobernantes (pág.247), y por ende, contra el mal uso de la democracia. De hecho, lo único que parece importarle a Blépiro y a Cremes es no haber podido cobrar los óbolos que les corresponden por asistir a la asamblea. En cuanto a su conservadurismo, tal vez por apoyar a los Aristócratas, yo diría que se trata más bien de un solipsista o egoísta que, como Max Stirner, grita “abajo también la ley” pues la balanza ciega es incapaz de terminar con los agravios, motivo por el que Praxágoras tiene intención de finalizar con los juicios (pag. 272), convencida de que serán sustituidos por el poder limitado por “uno mismo” (el único) y por la inconveniencia de no poder recibir gratificación monetaria por la ofensa.
Creo que esta obra puede incluirse, desde el punto de vista ideológico, dentro del egoísmo moral y el anarcoindividualismo, siendo las carcajadas la materialización de una idea incuestionable: la dificultad de cambiar la esencia humana.


Magnolia Medina
La Casa Encantada II – La Laguna
7 de Septiembre de 2007
Asisten: Alicia, Covadonga, Nieves, José Antonio, Maive, Pilar, Mª José, Alberto, Ana E. y yo.

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