sábado, 16 de febrero de 2013

Junio

Junio

Esther Terrón Montero

Ediciones Idea

Santa Cruz de Tenerife

2012



Me gustó. Sorprenderme no me sorprendió porque ya había tenido esa sensación antes, en otro tiempo, cuando la autora me dejó leer una novela corta que no llevaba título y que evidenciaba ya una voz sutil y propia. Aún así, teniendo esto claro, alguien me preguntó si "me había gustado" porque era de Esther o porque estaba bien escrita. Dudé, incluso me planteé si ciertamente me había dejado llevar por el aprecio y admiración que siento por Esther; así que revisé mis gustos literarios y mis principios como lectora, los enumeré y busqué paralelismos en Junio, admito que buscando lo que se me había escapado y que, tal vez, era lo esencial para plantearme de nuevo si la novela "me había gustado", si era buena. Esto duró unos días, hasta que surgió el fogonazo. En mi vida he actuado acertadamente varias veces guiada por este fogonazo, lo puedo afirmar hoy que el tiempo pasado sigue sin hacerme dudar de ello. Así la revelación llegó mientras me comía una manzana, ¡otra vez la manzana!, y dije:-¡y por qué está mal que me guste porque sea de Esther!-, precisamente eso es lo bueno, me gusta porque es de Esther y sé quien está detrás de ese laborioso trabajo que es escribir, porque sabe lo que quiere decir, contar. Sé de su honestidad de palabra, obra y omisión; de su gusto por elaborar su propio universo con sus propias palabras, y de intentar hacerlo siempre con un alto nivel de respeto por el que lee. Yo ya se lo he dicho, y sé que esta novela no carece de su particular toque de ironía e incluso sarcasmo, ¡lo que más me gusta de ella!, pero yo quiero que se desmelene y confíe en ese don para ver lo que a otros nos cuesta, que deje los pies de plomo, que se libere y no se preocupe por el capítulo 22 ni por los nombres "guanchicanarios", eso no da la esencia a un libro, de hecho lo importante es tener articulada la idea que se quiere transmitir. En Junio queda muy clara.
En Junio siempre es verano, "no es un calor asfixiante, pero cansa su constancia" (pág.39), un "calor que lo entorpece todo" (pág. 54). En junio termina la abulia y nace un deseo, "Por primera vez me doy cuenta de que tendré la posibilidad de retornar a mi mundo, si es que antes lo encuentro..." (pág. 165), pero en junio todo apunta a que nada va a cambiar, al contrario, se queda sin Mara, (que leído al revés es  Rama), la única que le queda para agarrarse a ese espejismo que es el sur y que es su vida. Tal vez Mara es un reflejo de sí misma que deja de ver por el retrovisor una vez se inicia el camino de vuelta, o tal vez es el símbolo de la imposibilidad de cambiar. A veces parece que la soledad es propia de los lugares umbrosos, sin embargo bajo la calidez del sol se rompe el tópico. La isla como cárcel y el sur como isla, todo queda atrapado bajo ese duro ecosistema en el que la voluntad pierde, y nos dejamos llevar y embelesar para siempre. Aunque no es una novela que quiera hablar de la profesión de los profesores, ciertamente hay que agradecerle esa muestra esperpéntica de lo que somos, nos guste o no. Es verdad que en cualquier trabajo podemos observar patrones de conductas parecidos a los que aquí se describen, pero no es menos cierto que los que aquí leemos se repiten demasiado en los diferentes institutos de las islas, sobre todo me preocupa como personas "valiosísimas" (valga la redundancia superlativa) pasan desapercibidas y cómo "folcloristas" de la educación son valorados con los máximos galardones. Este no es el tema del libro, pero se lee entre líneas. 
Sí, Junio me gustó. Sí, me gustó porque es de Esther Terrón. Me gustó y punto.

Magnolia Medina
Viernes 18 de enero de 2013
Tasca La Tata - S/C de Tenerife
Asisten:Covadonga, Elena, Esther, Magnolia, Maive, Mª José, Nieves, Rosi y Yolanda.

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