Si te comes un limón sin hacer muecas
Sergi Pàmies
Anagrama
Narrativas hispánicas
Barcelona
2007
Me arriesgué. Cogí la malla de las mandarinas. Con ellas continuamente hay decepciones, no pasa igual con los limones, siempre son amargos. Yo me identifico con los limones, es una inclinación natural que no logro controlar. Las mandarinas siempre me han parecido fáciles y se han transformado en una obsesión. Había otras en la frutería, más grandes, más luminosas y atractivas, pero las de la malla me parecieron mejores porque su tamaño era inferior y su cáscara más rugosa y dura. ¡Estaban deliciosas! Y es que ellas nunca son rutinarias, como los limones, por ese motivo nunca les pasará como al personaje de “El experimento” que un día decide cambiar su programada vida por otra improvisada y termina, ¡el pobre!, más solo y apaleado que un melón (por cierto, también cogí uno, un Villaconejo, que nunca fallan).
Los cuentos de Pàmies no son para neuronas vagas, hace falta mucho sodio para que la reacción química transforme la nada en suculentos pensamientos en relación y, ¡eureka! lo absurdo se introduce en la epidermis y te recuerda, con cada una de sus enumeraciones (técnica que emplea en casi todos los cuentos), las verdades más crueles. Sobre ellas, por reunir en uno la ambivalencia de la ficción y de lo cotidiano, pongo el titulado “Ficción”, en la que el narrador puntualiza constantemente aquello de lo que no va a hablar su relato.
“La virgen está lavando” cuenta el triste encontronazo de un padre, en la función de Navidad de su hijita, con su ex-camello. Como con los limones, si te toca la china del porro y no haces muecas, se te cumplirán todos tus deseos. Así que vete a la placita de tu barrio y pídele costo de buena calidad a tu proveedor y termina el tutifruti narrativo con la delirante “Como dos gotas de agua”, en la que nos habla, desde la boca de un grifo, una gota a punto de caer al fregadero para deslizarse, como el personaje de “El pozo”, a la eterna felicidad.
Demuestra, esta vez Pamiès, que la brevedad es el arte de nuestro siglo. Las prisas, el aburrimiento, el consumo obligaban a buscar maneras nuevas que permitan hacer competencia a la publicidad, así surge la necesidad de contar para acompañar un café con leche y una magdalena, y estos cuentos, precisamente dan el contrapunto a esa combinación tan dulce que, sin empalagar y haciendo muecas, te los meriendas.Magnolia Medina
El bisoñé – Tegueste
Viernes 9 de Noviembre de 2007
Los cuentos de Pàmies no son para neuronas vagas, hace falta mucho sodio para que la reacción química transforme la nada en suculentos pensamientos en relación y, ¡eureka! lo absurdo se introduce en la epidermis y te recuerda, con cada una de sus enumeraciones (técnica que emplea en casi todos los cuentos), las verdades más crueles. Sobre ellas, por reunir en uno la ambivalencia de la ficción y de lo cotidiano, pongo el titulado “Ficción”, en la que el narrador puntualiza constantemente aquello de lo que no va a hablar su relato.
“La virgen está lavando” cuenta el triste encontronazo de un padre, en la función de Navidad de su hijita, con su ex-camello. Como con los limones, si te toca la china del porro y no haces muecas, se te cumplirán todos tus deseos. Así que vete a la placita de tu barrio y pídele costo de buena calidad a tu proveedor y termina el tutifruti narrativo con la delirante “Como dos gotas de agua”, en la que nos habla, desde la boca de un grifo, una gota a punto de caer al fregadero para deslizarse, como el personaje de “El pozo”, a la eterna felicidad.
Demuestra, esta vez Pamiès, que la brevedad es el arte de nuestro siglo. Las prisas, el aburrimiento, el consumo obligaban a buscar maneras nuevas que permitan hacer competencia a la publicidad, así surge la necesidad de contar para acompañar un café con leche y una magdalena, y estos cuentos, precisamente dan el contrapunto a esa combinación tan dulce que, sin empalagar y haciendo muecas, te los meriendas.Magnolia Medina
El bisoñé – Tegueste
Viernes 9 de Noviembre de 2007
Asisten: Mª José, Pilar, José Antonio, Covadonga, Nieves, Alberto, Alicia, Ana E., Alejandro y yo.
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