viernes, 7 de diciembre de 2007

Noche preconstitucional


Amélie Nothomb
Ácido Sulfúrico
Traducción de Segi Pàmies
Anagrama
Barcelona
2007

¿Por qué no termino de creerme esa atroz proposición de Concentración? Sabe cualquier narrador, incluso los aficionados, que contar historias requiere, entre otras cosas, de la capacidad para transmutar lo imaginario en posible con la dosis necesaria de verosimilitud. En ningún momento he perdido el papel de lectora, no me ha hecho, en esta ocasión Amélie Nothomb, meterme en las entrañas de la patética Panonique.
Confieso que le tengo algo de tirria a esta burguesita belga, y no por lo que escribe, me gustó Cosmética del enemigo, sino por la respuesta que dio en una entrevista cuando le preguntaron si conocía a Michel Houellebecq: “Sí, lo conozco. Y valoro lo que escribe. Pero no son sus novelas las que me llevo a la cama para leer antes de dormir.” Creo que debe empezar a llevárselas, porque Michel Houellebecq es capaz de escribir sobre el futuro y ella no, ya lo ha demostrado con La posibilidad de una isla. No es la ciencia ficción un género menor, ha dado grandes títulos y grandes autores, entre ellos, el poéticamente genial Ray Bradbury, que te habla de marcianos y crees en ellos. Supongo que a lo mejor eso se debe a que nunca se pone del todo serio, sí, a este libro le falta, no humor, sino sentido del humor, componente químico que suele transformar los vitriolos en ácidos.
El tema principal que nos plantea, la fuerza y poder de los medios de comunicación, lo podemos ver en otros libros como El honor perdido de Katharina Blum, del Premio Nobel Heinrich Böll, de la que hay una versión cinematográfica de Volker Schlöndorff y Margarethe von Trotta; o en la obra teatral ya leída en esta tertulia, Muerte accidental de un anarquista, del también Premio Nobel, Dario Fo. Ambos se centran en la prensa escrita y en su colaboracionismo con el poder, saltándose los principios de objetividad y veracidad, para complacer al estado y a las masas. También otras películas como El show de Truman de Peter Weir o la apabullante y drástica Battle Royale de Kinji Fukasaku (estrenada en el 2000) y que propone como solución a la anarquía del sistema educativo mandar a los cafres de bachillerato (¡abajo los tópicos, también los hay en Japón!) a una isla de la que sólo puede salir uno al que no le detonará el collar que le instalan al entrar, y donde serán vigilados por cámaras a su vez vigiladas por el archiconocido Takeshi Kitano que interpreta el papel más sádico de su vida, en el que la violencia es la única solución para terminar con la violencia. En suma: engaños, ficciones y cámaras como respuesta a un público hambriento de realidad.
Yo veo la tele, es más, he aprendido cosas de la tele desde que Lolo Rico nos inyectó, a los de mi generación, a “dezaprender a como ze dezhazen las cozas” con la mítica hada video y su malísima antiheroína bruja Avería. También veo Gran Hermano, no lo sigo a pies juntillas pero sé quién es quién, y no por ello me considero una telespectadora abyecta y cruel.
Magnolia Medina
Miércoles 5 de Diciembre de 2007
Restaurante La telaraña-Santa María del Mar
Asistieron: Ana E., José Antonio, Covadonga,Mª José, Ángles, Maive, Nieves, Pilar y yo.

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