Higiene del asesino
Amèlie Nothomb
Traducción de Sergio López
Circe
Barcelona
1996
La historia de la literatura está llena de personajes que, seguramente, no eran los únicos que escribían en su época, pero fueron los que más ganas tenían de serlo. Por eso cada vez más me interesan esos otros escritores que no forman la nómina principal de la historia literaria, sin dejar de valorar, claro está, el canon básico de los mejores libros de la literatura universal.
Amèlie Nothomb nos plantea la posibilidad de rechazar el prejuicio por el que creemos que los grandes autores de la literatura tienen que ser buenas personas y modelos de conducta, y así nos entrega como protagonista a un asesino que ha llegado a Nobel. Pretextat Tach utiliza la literatura como terapia redentora de su crimen. Sus libros se colocan en las estanterías de las librerías reservadas a las exquisiteces y, aunque pocos los degustan, todos alaban sus peculiaridades. Convertido en excéntrico, se divierte asustando y vapuleando a los periodistas que se le acercan, pues en su vida de obeso que ha abandonado la escritura, el aburrimiento es superior al remordimiento.
Llega la horma de su zapato y se establece un diálogo trepidante que desentraña todo el misterio. En este punto es difícil dejar de leer, y suele ser esta una de las condiciones que la mayoría de los lectores le exige a un buen libro para catalogarlo como tal; sin embargo, instalados ya en el final, a mi me hubiese gustado mucho más que la periodista lo hubiese dejado morir boca abajo, como una cucaracha que no se puede dar la vuelta, ahogándose con su propia saliva. Pero plantea la autora un no menos sugerente juego amatorio que roza el sadomasoquismo, y el señor Tach, que inició su conversación con la periodista repeliéndola, ahora siente una atracción superior cuanto más lo humilla. Si este final se entiende como un duelo creo que ganó el Nobel, ya que ella terminó haciendo lo que él quería.
El éxito, generalmente, esconde algunos puntos negros en el pasado de los triunfadores. Esto no es más que un tópico, porque en las biografía de los perdedores también encontramos momentos oscuros. Todo puede suceder, todo es posible desde que cayeron los muros que dividían el mundo, ya nada tiene que responder a ninguna premisa, y es así como vamos perdiendo interés por las disertaciones del glotón, porque aunque fuera un crimen de juventud, nos sentimos sucios sintiendo atracción por sus palabras. La verdadera escritura comienza cuando terminan las palabras, porque nuestros actos escriben nuestras vidas, y, a lo mejor, leer y escribir no nos ayuda a mejorar. Decía Paul Auster cuando recibió el premio Principe de Asturias, que la literatura no era la solución para mejorar la conducta, pues en el corredor de la muerte se podían encontrar grandes lectores. Ahora podríamos releer las palabras que el gordito dedica a los lectores ranas o, como diría Julio Cortázar, los lectores hembras, definición de los lectores de mesita de noche que tanto molestó a las feministas del momento. ¿Existen lecturas mejores y peores? ¿Hay que seleccionar o leer todo lo que cae en tus manos? Ahora que el día del libro nos ha dejado una triste borrachera al embriagarnos con la necesidad de leer, me pregunto si no será mejor no hacerlo y embrutecernos por la vía más rápida y natural.
Magnolia Medina
Viernes 25 de abril de 2008
El Escondite – S/C de Tenerife
Asisten: Covadonga, Nieves T., Alberto, Pilar, Maive, Mª José y yo.